Para hacer astronomía no es necesario contar con tecnología moderna. Ciertamente, los telescopios y computadoras son de gran ayuda, pero los antiguos astrónomos no los necesitaron. Ellos basaron su conocimiento en la constante y paciente observación del cielo para identificar los astros y sus movimientos.

Si observas el cielo todos los días desde un mismo lugar, notarás que el Sol sale y se oculta por diferentes puntos del horizonte a lo largo del año. Este ciclo se repite cada año. Los primeros astrónomos aprovecharon este conocimiento para marcar las fechas usando el horizonte.

En diversas partes del mundo antiguo existen evidencias de piedras, pilares y otras construcciones que fueron colocadas en un lugar específico como referencia para registrar el movimiento de los astros desde un punto de observación fijo. A lo largo del año se observaba la posición de los cuerpos celestes con respecto a esas “marcas” en el horizonte.

En las crónicas se menciona que los incas levantaron estas construcciones para estudiar el movimiento del sol. Ese conocimiento fue desarrollado en Chankillo casi dos mil años antes.

Las Trece Torres de Chankillo constituyen marcas en el paisaje.

Cual regla gigante en el horizonte, las torres sirven para registrar la salida y puesta del Sol a lo largo del año, especialmente los eventos solares más representativos, como los solsticios y equinoccios. En las crónicas se menciona que los incas levantaron estas construcciones para medir el movimiento del Sol. Este conocimiento fue desarrollado en Chankillo casi dos mil años antes.